Una dictadura intentando
solaparse con otra. Demasiado burdo, demasiado evidente. Entre una y otra, la
primera que instauró el general Franco se debió a la resolución a una contienda
como fue la guerra civil que ensangrentó a España con un millón de muertos.
Demasiado duros fueron los años siguientes que vivieron los españoles para
intentar cohabitar en un país que había sido dividido en dos y cuya
responsabilidad en esta debacle había sido en gran parte debido a injerencias
extranjeras que vieron en nuestro país, como viene siendo habitual en nuestra
historia, un campo de experimentación para políticas y economías que se
extenderían más allá de nuestras fronteras.
Fueron 40 años de un letargo
estéril en muchos campos de libertad política y de pensamiento, que no así para
la ciencia, cuando se prepararon e instruyeron a gran cantidad de científicos
que proporcionaron verdaderos avances en todos los terrenos hasta ese momento reducidos
a unos pocos y que, hasta hace poco, han sido reconocidos internacionalmente.
Y digo hasta hace poco porque, en
la actualidad, nuestros científicos, nuestros médicos, arquitectos…, nuestros
hombres y mujeres altamente preparados huyen de España para poder ejercer sus
investigaciones y proyectos sin la mano aprisionadora del Estado.
Ahora, Sánchez viene a
recordarnos que aquellos tiempos pasaron definitivamente y que, quizás, gracias
a él vivimos en libertad y alegría. Pero la gran diferencia es que después de
haber disfrutado 50 años de lo que podíamos calificar, siempre dentro de sus
justos términos, de cierta libertad y una democracia (de opereta), hay que
revivir durante un año al caudillo para, se supone, hacernos ver la diferencia.
Pero, ¿Cuál es la diferencia,
señor Sánchez? Usted que ha maniatado al poder judicial para tenerlo siempre de
su lado, dado que la corrupción a la que se embarcó, junto a los suyos, desde
que llegó al gobierno sabía muy bien que podía expulsarlo de la Moncloa. Que ha
instaurado un miedo subrepticio a lo que usted disponga que no se debe decir ni
pensar, que no se alce la voz ni se manifieste repulsa, mediante el control de
las Fuerzas del Estado que reprenden con una virulencia que no recordaba yo
cuando, joven, corría delante de los “grises”.
Es usted muy hábil, sabía que le
había tocado una población ya gaseada con la televisión desde hacía años (por
lo menos le aseguro que cuando vivía Franco podía disfrutar de programas y
emisiones mucho más inteligentes y didácticos que los que hay desde que llegó
la democracia, salvo excepciones de hace 20 años). Sabía que a la población se
le ha inoculado la desidia, de forma deliberada, por lo que se le podía dar
“paguitas del Estado” para que no mereciera la pena trabajar, también se
encargaron ustedes de poner todas las trabas posibles a los empresarios para no
poder ampliar sus negocios, con lo que limitan la posibilidad de crear empleo,
algo obvio. No hace falta ser economista.
En cuanto a víctimas de la dictadura, usted tiene en su haber más de 220 personas fallecidas, según los informes oficiales que se presentaron desde el primer momento, pero cuyo número todavía no se ha llegado a cuantificar seriamente como reivindican sus familiares (se empieza a hablar de más de 2.000). Víctimas de una riada sin control provocada por la desidia y alevosía, al despreciar todas las recomendaciones que su gobierno recibió durante 10 años para solucionar los serios problemas coyunturales de las obras hidráulicas de esa zona sur de Valencia perjudicada y que, como los especialistas ya sabían, no iban a resistir una fuerte tromba de agua como la que acumuló sus embalses, a pesar de que todos los años y desde que se registran los datos, la zona sur de Valencia sufre de grandes inundaciones provocadas por las sucesivas ‘gotas frías’, que no ‘danas’, (siglas que se usan en meteorología para hacer referencia a “Depresión Aislada en Niveles Altos”, y que hasta que no llegó el actual gobierno socialista no se habían utilizado como expresión común) cada año.
Pero su mala praxis no sólo la
tuvo desde antes de la trágica fecha del 29 de octubre, sino que, como todo el
mundo sabe, usted dejó abandonados a los miles de habitantes que únicamente se
vieron atendidos por cientos de voluntarios que acudieron en su ayuda. Pero
pasan los días y usted sigue sin proporcionarles la ayuda necesaria que
cualquier país del primer mundo ofrecería a sus ciudadanos.
Ya lo vimos en los casos del
terremoto de Lorca y también con las víctimas de la erupción del volcán de La
Palma, quienes todavía viven en contenedores oxidados porque, como ellos mismos
reivindican, no han recibido ninguna ayuda.
Eso sí, mientras tanto usted acoge con los brazos abiertos a miles de inmigrantes ilegales que llegan a Canarias u otras costas de la península, ayudados por ONG's subvencionadas por su gobierno, y que después traslada en taxis o aviones hasta distintos lugares de la península. A éstos sí les proporciona hoteles de lujo, “paguitas del Estado” y todo lo que necesiten.
Cuál es la diferencia, señor Sánchez, entre usted y Franco? que él iba vestido de militar y usted de Gucci?
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